Poesía


Hologramas - Valeria Tentoni

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Nada que pueda descubrirse

visto de frente.

Estos versos del primer poema de Hologramas dan la clave de cómo leer el libro de Valeria Tentoni: leer por el margen, lo que se escapa, de reojo, leer forzando la mirada. Los poemas son hologramas, construcciones tridimensionales de escenas familiares sobre las que Tentoni proyecta su ojo-haz de luz, rayo láser. El poema se vuelve materia, densidad, cuerpo en torno al que podemos girar para cambiar de perspectiva. Superpuestas/ la palabra y el silencio,  todo toma una consistencia nueva, incandescente, que miramos aunque lo que queríamos de verdad era no mirar.

Clarice Lispector, autora citada en el libro, escribe en uno de sus cuentos: En el jardín se hacía un trabajo secreto que ella empezó a advertir. Así, de los poemas de Hologramas a los poemas de Ajuar, Tentoni advierte y revela ese trabajo secreto, la descomposición profunda y perfumada del mundo alrededor: el mar frente a la casa, el campo, las sierras, una vaca mostrenca o el perro herido, los helechos, las nubes como mantas, las ortigas, hasta una misma,  hecha estragos por la crecida, la rabieta del cielo.

Si en Hologramas Tentoni busca, en la sombra total, la sombra de la abuela, el plato con la cuchara que daba el alimento y volvía suaves los años de la infancia, en Ajuar la maternidad se vuelve una canastilla oscura, salvaje, como el pájaro Diosmío.

Laura Forchetti