Crónica
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“Durante un año me interné en hemerotecas para hacer un rescate de notas de prensa que debían reunir un par de requisitos: expresar a la vez voz y mirada de autor y anticipar una tendencia para un periodismo narrativo de experimentación formal en el seno de los medios masivos argentinos. Esta selección pretende dar nueva vida lectora y reconocimiento libresco a textos que habían salido de circulación, y que fueron fugaces hitos de la experimentación formal en medios gráficos, cada uno a su tiempo, configurando un linaje de escritores de redacciones, en textos magistrales con un destino tan fugaz como los diarios y revistas que les dieron un lugar entre sus páginas”.
Julián Gorodischer
SE INCLUYEN TEXTOS DE:
Alberto Gerchunoff - J.J. Soiza Reilly - Raúl González Tuñón - Américus (E. Loncán) - Chamico (C. Nalé Roxlo) - Enrique Mouliá - Wimpi (A. García Núñez) - Luisa Mercedes Levinson - Luisa Sofovich - Dalmiro Sáenz - Sara Gallardo - Silvina Bullrich Felisa Pinto - Oberdán Rocamora (J. Asís) - Jorge Di Paola - Horacio Verbitsky - Osvaldo Soriano - Enrique Symns - Carlos Ulanovsky - Beatriz Sarlo - Viviana Gorbato.
SOBRE JULIÁN GORODISCHER
Publicó los libros Golpeando las puertas de la TV, La ruta del beso, Orden de compra, La ciudad y el deseo, Camino a Auschwitz y Claudia Vuelve y –como compilador y prologuista– Los atrevidos. Crónicas íntimas de la Argentina. Trabajó como redactor en Editorial Perfil y la agencia Télam, y como editor en Página/12 y Clarín. Sus crónicas fueron publicadas en medios como El Universal, Esquire y GQ (México), Arcadia y Avianca en Revista (Colombia), Revista Anfibia (Argentina), y en diversas antologías de Latinoamérica. Hoy escribe en el diario La Nación y la revista Acción; coordina el seminario de No ficción en Untref y el de Crónica contemporánea en Unsam.
APOSTILLAS A LA BÚSQUEDA DEL TESORO
Por Julián Gorodischer
(…) Es hora de volver a los pioneros de la prensa gráfica para establecer un linaje de su ciclo próspero y su protagonismo en una agenda nacional siempre convulsionada, con buenos intérpretes en la figura de sus prosistas. En las páginas que siguen, se encontrará la adrenalina de días de cierre y el monólogo interior acelerado en el que la subjetividad estalla; abunda talento de firmas que se hicieron singulares y memorables en un espacio, el periodismo industrial, en el que a dicho beneficio no sólo hay que merecerlo sino batallarlo a través de equilibrados niveles de experimentación con la forma y la eficacia comercial. Partamos, entonces, con voraz curiosidad a un viaje al pasado, físico y sensorial, a la Argentina del siglo XX, sus fetiches y padecimientos, desde las páginas de sus diarios y revistas (…).
FRAGMENTOS DE ALGUNAS CRÓNICAS
“¿Paseaste alguna vez, y especialmente en el comienzo de la mañana, por las calles que asoman al puerto? A esa hora en que las aguas del río se cubren de una vasta claridad de oro y los mástiles parecen desperezarse con un lento cabeceo, se veía a grupos de trabajadores y de noctámbulos retardados rodear a las fondas errantes”.
“La fonda errante”, Alberto Gerchunoff, Caras y Caretas, 1930
“Existen en Buenos Aires personajes de novela que se prolongan en la vida de las grandes capitales. Entes anacrónicos, cantos rodados, traídos y llevados hacia playas inexorables, gentes a quienes les ha tocado vivir del otro lado de la estrella. El mundo de la ciudad pasa indiferente al lado de esos seres. La ciudad se los traga. Recordamos muchos tipos y casos. Angustiosas llamadas telefónicas, urgentes reclamos, extraños suicidios, súbitas desapariciones, lacónicos avisos. Nosotros hicimos siempre lo que pudimos”.
El otro lado de la estrella, Raúl González Tuñón, Crítica, 1933
“El médico se despidió diciendo que tenía que ir a ver a otro agonizante, que si me sentía muy mal me dieran oxígeno a todo pasto y que no sabía cómo se las iba a arreglar para extenderme el certificado de defunción con un cuadro clínico tan negativo, que más bien era un cuadro anticlínico”.
La visita del médico, Chamico (Conrado Nalé Roxlo), El Mundo, 1941
“Desde el umbral de un hotelito de Saint German des Près –casi un decorado para La Boheme– un gato negro nos clava con sus ojos que han apresado un misterio. Los gatos de París no son desconfiados. Nos acercamos, y después, al alzar la vista, leemos una inscripción en ese umbral, un poco más arriba de nuestras frentes: Aquí murió Oscar Wilde.
Crónica de París, Luisa Mercedes Levinson, La Nación, 1955
“–Si usted estuviese en mi lugar, ¿cuál sería la primera pregunta que haría a Isabel Sarli?
Se rió un poco y después dijo: –No sé– pero casi enseguida preguntó:
–¿La primera pregunta?
–Sí, la primera pregunta.
–Le diría: “¿Cómo le va?”.
Escribí la respuesta y continué:
–Si usted no existiese, o mejor dicho, si no hubiese existido nunca, ¿qué hubiera pasado en el mundo o en su mundo?
–En mi mundo… mi madre sería una mujer triste y muy sola, y Armando sería distinto”.
Setenta veces Isabel, Dalmiro Sáenz, Platea, 1961
“Donnas: procuren por lo menos bailar muy bien el tango y que vuestras tías se pongan en el acto a refrescar pasitos: por esta temporada no pueden dejar de mandarse un tanguito. También se recomienda contar con una peluca enrulada porque los rulos vuelven y quedan muy bien con grandes cuellos. Un cierto tono cándidamente intelectual es imprescindible y para eso hacen falta anteojos, aunque nuestra vista sea de águila. No es necesario que sean oscuros; sin aumento y claros es todavía mejor”.
La Donna é mobile, Sara Gallardo, Confirmado, 1968
“El Boeing de Aerolíneas Argentinas me recibe como un cálido claustro materno. Ya estoy tan acostumbrada a la que los anuncios publicitarios llaman “su compañía” que en ella pierdo ese miedo instintivo de volar. Voy en viaje directo Buenos Aires–Madrid”.
Diario de viaje, Silvina Bullrich, Revista Atlántida, 1970
“Lo importante, además, es que en los tés se ha evitado una deliberada escenografía en materia de desfiles de moda, y el paso de una mannequin es tan natural como saborear muffins o scons”.
La vida diaria, Felisa Pinto, La Opinión, 1976
“¿A quién podrás amar después de tanta desventura?, ¿acaso a un semejante que está en otro vagón de otra línea tan insoportable como ésta? No, Balderi, mejor es mirar hacia arriba, ya pasamos Agüero y ‘hay que objetivar la situación’, como decía un analista, para ayudarla a que pase más rápido; mirar, por ejemplo, el cartel que ingeniosamente dice ‘aquí los Benson no se doblan porque no se puede fumar’. Los doblados entonces lo miramos, aquí sólo cabe el delirio y la resignación”.
Blues de la Línea B, Oberdán Rocamora (Jorge Asís), Clarín 1978
“Un mercado es una cierta forma de vida y un espectáculo. Cada puesto tiene algún toque personal: la pintura de una rosa gigantesca, un topo Gigio, retratos de Gardel, de Ceferino, cintas desteñidas, un pez ancho, de cerámica, un chupete, muñecas, configuran una estética que se lleva muy bien con el aire kitsch, de collage y de arte popular, de nylon y trusas junto a un puesto de quesos decorado con un muñeco de Maradona) en una escenografía, al fin de cuentas, coherente”.
Mercado Spinetto, Jorge Di Paola, El Porteño, 1982
“Hebe de Bonafini corre detrás de los policías, cruza Carlos Pellegrini y los alcanza frente a la boca del subte. ‘El documento’, reclama, imperativa. Uno de los policías se lo entrega de inmediato”.
Sábado a la noche, cine, Horacio Verbitsky, El Periodista, 1985
“La Noticia Rebelde es un producto nuevo y feliz de esta democracia inmadura. Un ojo de cerradura por donde espiar los pliegues del sistema. O dicho de otro modo: un espejo en el que la realidad (si eso existe) da el mal paso y se vuelve caricatura”.
La realidad al otro lado del espejo, Osvaldo Soriano, Página/12, 1987
“Instituto geriátrico San Salvador, en Ramos Mejía. No se respira represión, ni maltrato. El olor es a tristeza. Dos o tres ancianos circulan en muletas por los pasillos. Allí están encallados los barcos que no viajan, en el puerto final de las batallas perdidas. Ahí la encontramos a Ruth. Tumbada en una cama, temporariamente atrapada por los designios del tiempo y el desamparo”.
Ruth Kelly, prostituta, Enrique Symns, Sur, 1989
“En cuanto a la ruptura del silencio, quisiera hacerla más franca todavía. Aborté cuatro veces. No siento culpa por esos actos (y, en cambio, me siento culpable por muchos otros actos de mi vida)”.
Historias de la vida privada, Beatriz Sarlo, Tres Puntos, 1997
LOS MEDIOS SELECCIONADOS:
Caras y Caretas – Crítica – El Hogar – El Mundo – Revista Atlántida – PBT – La Nación – La Prensa – Platea – Primera Plana – Confirmado – La Opinión – Clarín – El Porteño – El Periodista de Buenos Aires – Humor – Página/12 – Sur – Tres Puntos – Diario Perfil